Tradicionalemente en México se celebra el Día de Reyes en esta fecha, formalmente Día de la Epifanía. Durante los días anteriores y especialmente ayer, la mayoría de los niños escriben sus cartas a los Reyes, en las cuales piden las más variadas cosas, principalmente juguetes aunque ocasionalmente se dejan ver otras peticiones no tan materiales.
Todavía recuerdo la emoción previa al tan esperado amanecer. Casi es imposible conciliar el sueño, finalmente, después de preparar el zapato, re-te bien boleado y la mejor de las cartitas, una cena y a la cama. Ves el techo, volteas y vez la pared. Segundo a segundo suena el reloj del comedor. La luz de los faroles de la calle entra por las ventanas pero no amanece.
Como sorprendido de tí mismo despiertas y en medio del sueño, de reproches a tí mismo por ser tan flojo y no aguantar, te lanzas a buscar lo que tanto anhelas.
Emociones tan opuestas como la decepción y la sorpresa burbujean de los niños que ven sus regalos. "¿Por qué si son magos no traen lo que pedí?". ¿Cuantas veces recibimos lo solicitado? ¿Cuantas otras no fue así?. Dentro de todo, es peor aún cuando despiertas y te das cuenta que no hay nada siendo que esperabas ver ahí el juguete de moda. ¿Acaso fuiste desobediente? ¿Fue por aquella vez que le pegaste a tu hermanito? ¿O por haber descompuesto el tornamesa?. Seguramente fue por aquella vez que ya urgido, llegaste y orinaste sobre la pared de la recamara.
El tiempo pasa y los Reyes pasan de largo. Un día simplemente no dejas carta, no aparece nada ni esperas que aparezca y no pasa nada. No buscas respuestas ni culpables y sales a la calle o escuela y terminas totalmente ebrio por celebrar "la partida de rosca".
"Recuerdos, recuerdos, recuerdos" repite la Sor durante las pláticas previas a algún sacramento. Y de recuerdos se llena la memoria y el corazón. Recuerdos del Día de Reyes
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